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El deporte no descansa. Geoffrey Recoder
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Geoffrey Recoder

26, septiembre 2025 - 6:00

Deportistas del futuro, entrenadores de pasado

La ciencia del deporte avanza a pasos agigantados y nos obliga a plantearnos una pregunta incómoda: ¿nuestros entrenadores en México están realmente actualizados? Ya no basta con repetir rutinas heredadas o métodos que funcionaron en el pasado; hoy el conocimiento en metodología del entrenamiento deportivo, genética, biomecánica, bioquímica y fisiología es lo que marca la diferencia entre formar atletas competitivos o condenarlos al rezago internacional.

En la genética ya existen evidencias claras que muestran cómo cada persona tiene predisposiciones distintas: algunos cuerpos están diseñados para la potencia y la velocidad, otros para la resistencia, e incluso la capacidad de recuperación varía según la herencia biológica. La biomecánica, que antes parecía una materia lejana, hoy ofrece herramientas de análisis en tres dimensiones y plataformas de fuerza que permiten corregir la técnica con una precisión nunca antes vista. La bioquímica nos ayuda a entender cómo funciona la energía dentro del cuerpo y qué estrategias de alimentación o suplementación son más eficaces para cada tipo de esfuerzo. Y la fisiología, con datos sobre consumo de oxígeno, frecuencia cardiaca y fatiga, debería guiar de manera cotidiana la planificación de cargas y entrenamientos.

Mientras en países como Estados Unidos, China o Japón estas áreas forman parte esencial de la preparación de entrenadores y su actualización es obligatoria, en México seguimos padeciendo una preocupante brecha. El problema no es exclusivo de los entrenadores: la responsabilidad recae en las Universidades, Institutos, Escuelas de Educación Física y Escuelas de Entrenadores Deportivos, que deben ofrecer programas modernos, exigentes y permanentes.

El futuro del deporte nacional depende de reconocer que la ciencia no es un lujo ni un adorno, es una necesidad ineludible. Con ella, México puede aspirar a competir de tú a tú con las grandes potencias; sin ella, la distancia será cada vez mayor. La pregunta es directa: ¿estamos formando entrenadores del siglo XXI con programas del siglo XX? Si la respuesta es sí, entonces no debería sorprendernos que los resultados sigan siendo los mismos de siempre.

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